Texto de Alok Anand Díaz.
Es desafortunado que en el idioma español, como ocurre en la mayoría de los idiomas europeos, no dispongamos de dos términos distintos para poder diferenciar claramente el estado de consciencia que todos experimentamos cada mañana, cuando despertamos y ‘regresamos’ al estado de ‘vigilia’, del potencial de conciencia individual que diferencia al genio del necio, lo cual dice casi todo acerca de la falta de conciencia en la consciencia de los seres humanos.
Que existan dos términos distintos en inglés, como existen también en otros idiomas, se explica claramente al tratarse de mecanismos cognitivos que participan de manera muy distinta del funcionamiento estructural de la mente humana. Mientras que la ‘conSciencia’ que nos despierta por las mañanas es fruto de la presión mental del Centro de la Cabeza, cuyo combustible conceptual inquieta la mente colectiva del género humano con su confusión terrenal y sus dudas metafísicas, la ‘Conciencia’ es un potencial de la mente individual de cada ser humano, que le permite racionalizar el modo en que su propia vida contiene todo el misterio de la existencia.
Habiendo nacido con la Cruz de la Consciencia en mi diseño, y teniendo definición en todos los canales que hay entre los centros Cabeza y Ajna – con la excepción de la puerta 24 – soy realmente alguien cuya vida experimentó una transformación profunda cuando cambié mi actitud hacia las preguntas en general, y hacia mis propias preguntas en particular.
No es que yo sea ahora la persona más abierta mentalmente, como nunca lo he sido realmente, ya que la consistencia en la fuerza de mis definiciones mentales ha demandado siempre – incluso como portavoz de mi No-Ser – que hubiera consistencia al menos en las respuestas que iba dando por ‘buenas’. Me alegro tanto ahora de no haberla encontrado nunca. Cuando conocí el Diseño Humano mi consciencia estaba completamente distorsionada, con su foco de atención totalmente desplazado del que es mi verdadero propósito, y que no podía percibir, porque vivía tan ansiosamente compelido a buscar respuestas concluyentes que me permitieran relajarme y liberarme del picor de la presión agobiante que impulsaba lo que parecían ser ‘mis’ preguntas. Poco podía imaginar que la orientación de aquellas preguntas apenas tenía nada que ver conmigo, ni con quien realmente soy en lo más hondo de mi ser.
En cualquier caso, aunque está claro que no todo el mundo está diseñado para que mentalmente las cosas tengan que resultar tan duras como en mi caso, acaso sea ese también el motivo de que esa cuestión parezca resultar tan difícil de comprender e integrar para tantos que han estado experimentando con sus diseños durante mucho tiempo. En cuestiones de consciencia, las preguntas lo son todo, y seguramente por eso, cuando Ra me leyó mi diseño por primera vez, una de las primeras frases que me dijo fue: «Tienes que aprender a amar tus preguntas…»
Eran tiempos en los que el ‘Tipo’ y su correspondiente dilema mental* estaban todavía años por venir, y a pesar de hacer extraviado muy pronto la grabación de ese primer análisis, el recuerdo de esa frase nunca me abandonó, como tampoco me abandono el recuerdo de muchas otras claves que me dio a lo largo del camino compartido. Pero esta en particular hizo de motor que impulso todo mi proceso de transformación en el plano mental, tanto como profesor de Diseño Humano como en mi propia vida personal.
Lo que quiero destacar aquí es que si tu atención mental no está focalizada sobre lo que específicamente es relevante para ti en cada circunstancia, entonces todas las preguntas que impulsan tus procesos mentales son un intento de penetrar en el cuerpo para poder ser efectivo en el control de lo que está ocurriendo fuera, en el plano de la forma. Es la definición más pura del No-Ser que se pueda hacer, vaya. Es lo que es y funciona tal y como lo hace.
Verás, en Diseño Humano decimos siempre que su propósito es el de enseñarte a tomar decisiones correctamente, pero eso, en realidad, no es más que el modo en que el chamán seduce al No-Ser para que penetre en algo mucho más grande de lo que nadie podría jamás imaginar, no al menos hasta no haberse entregado al proceso de ignorar la mente racional cuando hay que tomar cualquier decisión. Perdón, ¿he dicho ignorar la mente?
Bueno, digamos que la mente es una cosa insistente, ¿no es cierto? No hace falta que nadie conteste a la pregunta de cuánto tiempo puedes mantenerla ‘desconectada’, porque sé muy bien que no existe ningún botón que uno pueda presionar para ello en ninguno de nosotros, hablando del libre albedrío de la mente. Simplemente no hay ningún modo de que tu actitud básica hacia la vida diaria sea la de ignorar la mente, y que continúes pareciendo humano, ja.
Así que, ¿qué es lo que hacemos con la mente? La receta no puede ser más simple. En justo reconocimiento de su futileza, la desafiamos, la seducimos con sus propias armas, la reeducamos, la mantenemos entretenida, y la dejamos sanar. Sí, la dejamos sanar. ¿Y cómo lo hacemos? Bueno, le damos una clave muy simple que se llama ‘dilema mental’. Ahí está oculta la píldora del chamán.
Cada uno de los cuatro tipos porta un dilema mental intrínseco, que tiene el propósito de focalizar la consciencia del ser de un modo que empodera el potencial de cada individuo para desarrollar una conciencia única y diferenciada de las cosas. Vuelve a leer este párrafo, porque comprender su significado es de una importancia trascendente.
No importa cuánto sigas tu estrategia y autoridad cuando tomas una decisión, si no mantienes tu mente alineada con tu forma durante tu proceso personal, entonces simplemente no podrás disfrutar de la firma de tu tipo durante demasiado tiempo. Y es que, distinto a lo que dije antes acerca del intento de las mentes humanas de intentar controlar la vida arrastrando y empujando los límites naturales de su cuerpo, la mente humana no está diseñada para penetrar en el propio cuerpo, y cualquier intento por su parte de llevarlo a cabo solamente puede provocar la ansiedad. Algo que dije muchas veces es que los seres humanos no saben pensar. Solamente saben preocuparse, y mayormente acerca de cuestiones que no son las que realmente importan.
De hecho, el dilema mental que corresponde a cada uno de los cuatro tipos está específicamente diseñado para mantener su conciencia mental fuera del cuerpo, en el ámbito de la conciencia del pasajero, que es donde tiene que aprender a permanecer anclada. Porque estas no son cuestiones que dirijan la conciencia mental hacia el plano mundano, sino más bien hacia el plano existencia y trascendente. No focalizan la mente sobre el antes y después, sino más allá de la razón, donde lo que piensas no solo no te distrae de lo que estás viendo, sino que se inspira, de hecho, en ello.
Si intentas liberar tu mente de la responsabilidad de tener que tomar decisiones acerca del plano mundano de tu vida simplemente esperando por una invitación o por la emergencia de ciertos sonidos guturales en las respuestas de tu cuerpo a las circunstancias, lo más probable es que tu mente no tarde mucho en sufrir un ataque de pánico, pero en cuanto recuerdas tu dilema mental, el empoderamiento de tu conciencia individual te liberará instantáneamente de esa ansiedad. Ahora bien, el chamán no está aquí para llevarte la píldora cada mañana antes de que salgas de la cama, pero ya que tienes que convivir con tu mente para el resto de vida, podrías aprovechar y aprender a disfrutar del privilegio de disponer de una.
A medida que vas practicando y aprendes a focalizar diariamente tu atención sobre el dilema mental de tu tipo, notarás enseguida que te resulta mucho más fácil mantenerte fiel a tu estrategia y autoridad interna, pero lo mejor de todo es que inspira nuevas cadenas de pensamientos en lo que se refiere a tu forma de definir la conciencia que tienes de tu propio ser. Es un proceso que es como dar vida a un ser ‘nuevo’ en ti. Su auto-expresión será la voz de una autoridad externa diferenciada, sin que importe con quién ni de qué estés hablando.
*Lo que Alok llama ‘Dilema mental’ es lo que nosotras llamamos la pregunta propósito, correspondiente a cada tipo.