Diseño Humano Human design

Respuestas sacrales en el aeropuerto

En mi experimentación personal con las enseñanzas del Diseño Humano, he probado de todo. He hecho caso a mi cuerpo. No he hecho caso a mi cuerpo. Muchas veces de forma consciente, otras de forma inconsciente, claro. También he jugado a ver de qué iba esto de escuchar a mi cuerpo, hasta donde podía llegar… Lo que nos dice el Diseño Humano es que la autoridad interna nos guía en la toma de decisiones. Y yo así lo estaba usando.
Pero, en esos momentos de incertidumbre tan característicos que se producen en los aeropuertos, jugué a sentir mi cuerpo, a ver qué pasaba.

Diseño Humano Human design

Experiencia 1: Ibiza – Madrid – Burgos


Llego al aeropuerto. Al mirar la pantalla descubro que el vuelo tiene un retraso de una hora. Llegaré a Barajas con apenas 5 minutos de margen para salir pitando a coger el autobús que me lleve a Burgos. 5 minutos es suficiente margen si los planetas se alinean y no hay colas y el vuelo llegará a la hora… pero escaso realmente. Dudo. ¿Me conviene cancelar el bus de Madrid a Burgos? ¿O me arriesgo y me lo juego todo, optimista de mi, a la alineación planetaria para que yo coja el bus? Dudo. Así que le pregunto a mi centro sacral. La autoridad interna de mi diseño humano es sacral. Es decir, que mis ovarios me guían. Mi centro sacral responde con burbujitas ascendentes en mi zona genital y en la parte baja de la espalda. Es decir: dicen ¡Si! Pero decido apostar por los planetas. Resultado: cuando llego a la plataforma del bus en el aropuerto de Madrid después de tremenda carrera, el bus se acaba de ir. Pierdo la conexión y el dinero. Un punto para mi sacro. Y una noche de vagata en el aeropuerto para mi.


Experiencia 2: Madrid – Ibiza


Una seria de circunstancias hacen que calcule fatal los tiempos y salga de casa justo con el tiempo pelado para coger el vuelo. Muy pelado. Ridículamente pelado. Googlemaps me dice que llego al aeropuerto con 6 minutos de margen para facturar la maleta, pasar el control y llegar a la puerta de embarque. ¿Pero cómo ha podido pasar esto?- pienso. Invierto algunos minutos en reírme de mi misma, en decir ‘que locura’ y ‘como ha podido pasar esto teniendo todo el tiempo que tenia’. Invierto otros minutos, todo siempre sin parar de caminar lo más rápido que puedo, en valorar alternativas: coger un vuelo al día siguiente y no pegarme la carrera. Ir al aeropuerto y quedarme hasta que salga el vuelo, en caso de perderlo… infinitas posibilidades en mi cabeza como infinito es el universo. Sin parar de correr le pregunto a mi sacro si voy a coger el vuelo. Burbujitas ascendentes dicen ¡Sí! Le pregunto a mi sacro si hace falta que corra. Una sensación como de que algo tira de mi para abajo dice ¡no! Me divierto tremendamente sintiendo mi cuerpo guiarme. Decido que correré igualmente por ese acuerdo de los cuatro que intento cumplir y que dice ‘haz todo lo que puedas’. Además, caigo en la cuenta de que he facturado maleta y me conviene llegar pronto.

Le pregunto a mi sacro si podré facturar la maleta y me dice un ‘no’ tímido. Así que esta vez, al contrario que en la anterior experiencia, tomo la decisión de confiar en mi sacral. Se que cogeré el vuelo y que con la maleta… la cosa está en vilo… llego al mostrador de facturación, me salto la cola entre ‘sorry, I’m late, gracias’ dando golpes con mi maleta a diestro y siniestro y llego al principio de la cola en 40 segundos. ¿Ibiza? – me pregunta el chico de Ryanair. ¿Has cerrado el vuelo de Ibiza? – le pregunta a su compañera. Mientras yo estoy hablando con toda la corte celestial pidiéndoles ayuda, la chica, al teléfono con otra persona hace un gesto con la mano para que me acerque y dice ‘rápido’. Voy rápido. Le dejo el móvil con la tarjeta de embarque y pongo la maleta en la cinta. Primera prueba superada.

Ya sin maleta salgo corriendo, como si me persiguiera el coyote, adelantando gente, derrapando en las curvas de las eses que nos hacen trazar para llegar al control de equipajes. Partiendome de risa. Nunca me había pasado: ir con el corazón en la boca y partida de risa al mismo tiempo. Me divierte soberanamente que mi centro sacral me haya anunciado lo que va a pasar. Son las 19.40 y el vuelo cierra puertas a las 19.45. Trago a toda prisa el agua de la cantimplora, me echo parte por encima para ir más rápido, saco líquidos, sandalias. Todo ok. Y llego a la pantalla 19.43. El vuelo tiene una hora de retraso. Carcajada mix.

Me parto de risa. ¡Mi centro sacral me adelantó que todo eso iba a suceder! ¿Cómo lo sabía? ¡Guau! No se cómo funciona, no sé explicarlo. Escapa a lo que mi mente puede controlar. Cuando me pasan estas cosas solo puedo sonreír y maravillarme. Y estas dos experiencias son solo un ejemplo de la guía que he recibido a través de mi centro sacral en estos 2 años y medio de experimentación. Ayer justamente un amigo me preguntaba cómo era mi relación con los hombres después de practicar el Diseño Humano. Respondí que, gracias a la guía de mi sacro he tenido experiencias preciosas que, dejándome guiar por la mente, me hubiera perdido.

Como dice el Diseño Humano, la mente ya no es capaz de asistirnos en la toma de decisiones, pues ya no somos más seres estratégicos. La mente, cuando empiezas a practicar diseño humano, se ubica como pasajeo de la vida. Por lo tanto, no podemos explicar porqué nuestra autoridad interna nos dice que hagamos una cosa y no la otra. Solo lo podemos saber a posteriori viendo el resultado. En estas experiencias que comparto pude comprobar de forma certera las consecuencias de no hacer caso o no a lo que mis ovarios dicen.

Lo único que puedo compartir con absoluta certeza, basada en mi experiencia práctica, es que nuestro cuerpo está lleno de tecnología infalible y que el diseño humano es una forma de aproximarnos a ello. Siento que el Diseño Humano es una herramienta poderosa para hacernos despertar, para hacernos salir de la ilusión de la mente (casi siempre negativa) y para conectarnos con nuestra tecnología y sabiduría interna. Como vengo leyendo estos días en las páginas de amigos del Diseño Humano, para practicar esto no hace falta creer en nada.

El Diseño Humano NO es un sistema de creencias: Desde mi sentir, es una forma de vida basada en escuchar al cuerpo. Solo hace falta que lo practiques y lo vivas por ti misma. Solo tienes que observar tu cuerpo y dejar que te guíe. Solo tienes que creer en ti y en que tu cuerpo te lleva por el buen camino. Solo hay que soltar la ilusión de que estando en la mente controlamos la experiencia de vida que tenemos. Y disfrutar del viaje. Pero solo tu experiencia práctica puede confirmar esto que ahora te comparto.


Comparto estos dos episodios para mostrar hasta que grado de precisión y de guía podemos obtener escuchando nuestro cuerpo, con dos ejemplos que no tienen mucha trascendencia. Perder estos vuelos/buses no era muy importante en mi camino. Sí lo ha sido elegir trabajos, casas, compañías… Y hacer caso a mis ovarios ha supuesto caminar con mayor certeza en la vida y liberar espacio de la mente para dedicarlo a otras cosas.

Al fin y al cabo nos pasamos la vida tomando decisiones. Entonces ¿qué estás haciendo tomando decisiones desde la mente si sabes que no eres tu mente? ¿Quieres aceptar ese trabajo que te ofrecen? ¿Te conviene cambiarte de casa? Resuelve esa duda que te atormenta de otra forma mas eficaz y expansiva. Te invito a que dejes que el ser único que habita dentro de tí emerja. Te invito a escuchar la sabiduría que hay en ti. Te invito a despertar, a salir de la ilusión que se ha creado en tu mente, te invito a amar el ser único e irrepetible que eres. ¡Y a experimentar con tu autoridad interna!¡A jugar!

El Diseño Humano es demasiado potente y fácil de aplicar como para no usarlo… así que aquí si sientes esta llamada, aquí estoy, a tu servicio, para guiarte y ayudarte a entender cómo funciona esto para ti.

La vida es hoy: reserva una sesión.

1 comentario en “Respuestas sacrales en el aeropuerto”

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